Entre cuatro paredes
Entre cuatro esquinas conservo tu olor,
entre cuatro más se encierra tu aliento.
Entre cuatro paredes se ahogan los sueños,
entre cuatro más se rompen mis versos.
Siempre que se sigan llenando
mis ojos de brillo,
siempre que me sigas royendo los huesos,
siempre seguiré aquí
encerrado entre estas cuatro esquinas.
Se desplaza sobre mi mejilla
una letra huérfana que busca ser palabra
dentro de mi muda expresión.
Se escucha un réquiem
que acompaña misterioso
la marcha de mis días restantes,
el camino hacia la ruina inefable
de mis ojeras cansadas.
Caerán de pronto rastros de un olvido
en un suspiro de días, que vacilante,
nunca se atrevió a cantarle
a la secuencia de mi mirada.
Las aventuras pasadas debajo de tu cuerpo,
encima de él o a su lado,
cobijó mi demencia
durante varios minutos a ojos cerrados
cuando el estupor de tu recuerdo
en perfecta unión con tu aroma,
encerrado, aquí conmigo,
dejó atónitos mis sentidos
logrando vencerlos hasta quedar anulados,
dejando el paso libre
a gritos desesperados de confusa naturaleza,
dejando su eco febril
en cada rincón de mi mundo.
Seguirán quebrándose
rocíos en mi rostro, auroras en mi espalda,
aún así seguiré,
presa de mi decepción, de mi desamor;
de ese olvido al que me lanzó una noche cualquiera
la locura humana de un amor
un vicio.
Y el olvido nunca llega…
y la agonía no se va…
entre cuatro más se encierra tu aliento.
Entre cuatro paredes se ahogan los sueños,
entre cuatro más se rompen mis versos.
Siempre que se sigan llenando
mis ojos de brillo,
siempre que me sigas royendo los huesos,
siempre seguiré aquí
encerrado entre estas cuatro esquinas.
Se desplaza sobre mi mejilla
una letra huérfana que busca ser palabra
dentro de mi muda expresión.
Se escucha un réquiem
que acompaña misterioso
la marcha de mis días restantes,
el camino hacia la ruina inefable
de mis ojeras cansadas.
Caerán de pronto rastros de un olvido
en un suspiro de días, que vacilante,
nunca se atrevió a cantarle
a la secuencia de mi mirada.
Las aventuras pasadas debajo de tu cuerpo,
encima de él o a su lado,
cobijó mi demencia
durante varios minutos a ojos cerrados
cuando el estupor de tu recuerdo
en perfecta unión con tu aroma,
encerrado, aquí conmigo,
dejó atónitos mis sentidos
logrando vencerlos hasta quedar anulados,
dejando el paso libre
a gritos desesperados de confusa naturaleza,
dejando su eco febril
en cada rincón de mi mundo.
Seguirán quebrándose
rocíos en mi rostro, auroras en mi espalda,
aún así seguiré,
presa de mi decepción, de mi desamor;
de ese olvido al que me lanzó una noche cualquiera
la locura humana de un amor
un vicio.
Y el olvido nunca llega…
y la agonía no se va…
1 Comments:
Ah, caramba, poeta!
Publicar un comentario
<< Home